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Que quieren las mujeres en la cama?

Son muchas las mujeres que se quejan de sus vidas sexuales. Pero descubrí, dice la experta Alessandra Rampolla, que, en la mayoría de los casos, ellas mismas no se han preguntado qué quieren en el encuentro íntimo.
De hecho, a nosotras nos cuesta más que a los hombres admitir y comunicar lo que deseamos. Les propongo que con absoluta honestidad descubran con cuáles de estos puntos se identifican y que, por supuesto, luego se lo comuniquen a sus parejas.
Sentirnos sexies:
Toda mujer necesita sentirse atractiva y deseada, por más que tenga 20 años de matrimonio. Ser sexy no significa posar y lucir como una modelo de Playboy. Significa, sobre todo, sentirnos seguras de nuestras capacidades amatorias, de provocar al otro, de sentir y de hacer sentir.
Arreglarnos, ponernos una lencería bonita, usar velitas para generar una atmósfera erótica siempre ayuda. Pero también ellos tienen que hacernos sentir sexies. Y aquí les hablo directamente a ustedes, muchachones: díganle a su chica cuánto les gusta, las partes de sus cuerpos que les atraen…
Verán que el efecto será inmediato: ellas se soltarán, serán más activas en la cama y, obviamente, los dos la pasarán mucho, pero mucho mejor.
Tiempo:
Sí, necesitamos tiempo. Aunque en ocasiones ese sexo arrebatado y salvajemente desaforado sea absolutamente excitante, generalmente necesitamos dedicarle tiempo al juego previo, con caricias, palabras y besos. Excitarnos nos lleva unos 20 minutitos…
Así se logra la lubricación vaginal y la erección del clítoris, que es un órgano vital en la sexualidad femenina.
Besos, cariños y mimos:
Uno de los reclamos más comunes de las mujeres es que ellos se contentan con la penetración y listo.
La realidad es que las mujeres necesitamos sentirnos consentidas y mimadas. Nos excita y, sobre todo, nos hace sentir bien que nos besen mientras hacemos el amor.
Zonas erógenas:
Todas tenemos un lugarcito en nuestro cuerpo que cuando es besado o acariciado se nos ponen los pelitos de punta y nos da ese escalofrío tan placentero. Para algunas es el cuello, para otras está justo detrás de la nuca, y hay quienes pierden el sentido con un leve soplidito en el oído.
Facilítenle a su pareja el descubrimiento de ese puntito mágico, para que ellos salgan de la mayoritaria confusión que los lleva a tocar sin ton ni son nuestros pezones o dar ese manotazo en nuestras vaginas.
Sexo oral:
Muchas mujeres estamos dispuestas a darlo, pero pocas nos animamos a pedirlo. Y se siente riquísimo, porque la lengüita húmeda sobre el clítoris es el preámbulo de un orgasmo casi seguro.
Palabras de alto voltaje:
“Me matas de placer”, “Eres una salvaje”, “Soy adicto a ti”. Bueno, estas frases no son de superalto voltaje, pero ustedes me entienden…
Los grados más altos los dejamos para la intimidad. Una palabrita o frase dicha en el momento preciso derrite hasta a la más gélida. Para que él empiece a decirlas, hay que dar el primer paso. Vale la pena, se los aseguro.
Sentirnos complacidas:
Recuerdo una paciente que un día me dijo: “Siento que mi esposo me usa de retrete”. Una queja lapidaria y muy triste… Ella sentía, como muchas otras mujeres, que su pareja la usaba para satisfacer una función fisiológica.
Entraba, se movía un poco, eyaculaba y salía. ¡Espantoso! No hay mujer que pueda sentirse bien en la cama de esta manera. Y al respecto, quiero contarles que un estudio del Instituto Kinsey descubrió que los hombres más felices son aquellos que le dan importancia a los orgasmos de sus parejas. Una razón más para que se atrevan a darles a sus orgasmos el lugar que se merecen.
Mirarnos a los ojos:
Ya sea que nos coman con la mirada o que nos miren tiernamente, la sensación es maravillosa. Cuando no se detienen a mirarnos, transmiten esa sensación de que están en otro lugar, con otra persona.
Eso no significa que tienen que estar con los ojos abiertos todo el tiempo, pero sí comunicarnos que, en ese momento, somos “nosotros dos”, absolutamente conectados el uno con el otro.
Hacer el amor:
Para nosotras, a no ser que estemos en una relación pasajera o de sexo salvaje, “Hacer el Amor” con mayúsculas es vital. Significa sentirnos realmente amadas. Hacer el amor trasciende lo meramente físico y el placer es pleno: corporal, emocional y espiritual.
Un beso cariñoso, una sonrisa tierna, una caricia amorosa nos da mucho más placer que el sorprendente desempeño de un actor de una triple X.
Cuando todo termina:
Sabemos que ellos después de la eyaculación entran en el período refractario y pueden quedarse dormidos.
Pero no les cuesta nada dormirse acurrucaditos, abrazados a nuestro cuerpo, ¿verdad?

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